5 de noviembre de 2010

Vida moderna, bajo pornográficas circunstancias

No sé. Sabemos que esto de ser moderno es algo complejo. Difícil de explicar a nuestras madres. Peligroso incluso depende de qué hora del día y en qué vagón de Metro o Rodalies uno se encuentre.

Además, continuamente el moderno debe situarse, tomar partido, decantarse. Como ya comentamos, la militancia de un moderno debe dejarse ver y mostrarse tal cual es. Sin tapujos.

Pero para esto se necesita un CRITERIO. Un ética para la estética. Un criterio que hace que distingamos entre lo erótico y lo pornográfico. Y este criterio se manifiesta como el sentido arácnido de Peter Parker para alertar al moderno de lo moderno y de lo pornográfico. Y este criterio tiene que ser rápido y conciso, como una bala de revólver del Viejo Oeste.

¡BANG!


¡Tatuajes! ¡Bicicletas fixed! ¡Tetas! ¡Cabellos decolorados! ¡Mallas! ¡Bailarinas (o manoletinas)! ¡Leggins esos de American Apparel! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!

Tanta pólvora no nos permite saber una web dedicada a chicas modernas-a-lo-pin-up-posando-como- guarrillas-con-bicicletas-con-cuadros-clásicos-y-grupos-Campagnolo es algo que nos llena de orgullo y satisfacción o es solamente como uno de esos kebabs de cordero con salsa picante que te entran por el olfato pero luego te salen como diarrea o, peor aún, como vómitos al día siguiente.

Vosotros mismos modernos.



NOTA: Agradecer a Mike Bluedot que se acordase de nosotros al ver una foto de una chica mona insinuándose con una bici de telón de fondo.

3 comentarios:

  1. Dijo el filósofo colombiano Gómez-Dávila:

    La vida del moderno se mueve entre dos polos; negocio y coito.

    La palabra moderno ya no tiene prestigio automático sino entre tontos.

    El moderno llama cambio caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección. El mundo en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido. La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y aterra al moderno.

    En la época moderna hay que optar entre opiniones anacrónicas y opiniones viles.
    Los Evangelios y el Manifiesto comunista palidecen; el futuro del mundo está en poder de la coca-cola y la pornografía.

    La diferencia entre Medievo y mundo moderno es clara: en el Medievo la estructura es sana, y apenas ciertas coyunturas fueron defectuosas; en el mundo moderno, ciertas coyunturas han sido sanas, pero la estructura es defectuosa.

    La palabra progreso designa una acumulación creciente de técnica eficaces y de opiniones obtusas.

    El moderno cree vivir en un pluralismo de opiniones, cuando lo que impera es una unanimidad asfixiante.

    Cada día resulta más fácil saber lo que debemos despreciar: lo que el moderno aprecia y el periodista elogia.

    El hombre habrá construido un mundo a imagen y semejanza del infierno cuando habite en un medio totalmente fabricado con sus manos.

    La prensa aporta al ciudadano moderno el embrutecimiento matutino, la radio su embrutecimiento meridiano, la televisión su embrutecimiento vespertino.

    El moderno se ingenia con astucia para no presentar su teología directamente, sino mediante nociones profanas que la impliquen. Evita anunciarle al hombre su divinidad, pero le propone metas que solo un dios alcanzaría o bien proclama que la esencia humana tiene derechos que la suponen divina.

    Dios es el estorbo del hombre moderno.

    El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo es pegarse un balazo en el alma.

    Llámase mentalidad moderna al proceso de exculpación de los pecados capitales.

    El mundo moderno no será castigado. Es el castigo.

    El mundo moderno ya no censura sino al que se rebela contra el envilecimiento.

    La mentalidad moderna no aprueba sino un Cristianismo que se reniegue a sí mismo.

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  2. Estimado amigo citador de Gómez Dávila,

    Posiblemente envilecido por las pomposidades y monsergas propias de la alta cultura, el clasicismo recalcitrante y -en suma- la erudición onanista, comete Ud. uno de los errores básicos en que, aquellos de su condición, incurren incansablemente, como lemmings que avanzan, erre que erre, hacia el inexorable fondo del precipicio.

    Su error, estimado amigo, consiste en confundir modernidad con postmodernidad, siendo ésta, una suerte de antimateria, de némesis social e histórica, de la primera.

    Porque precisamente, si el clasicismo cristiano se basa en exclusiva en la aplicación de la severidad moral sobre todas las cosas de esta (y de la otra, y de la otra!) vida, la modernidad tiende a cuestionar esa moral inamovible y dogmática recuperando el concepto pre-cristiano de la ética, y adaptándola a una serie de ideas acomunadas por el peligroso (para los de su calaña, se entiende) concepto de progreso.

    La posmodernidad, abanderada del concepto de kitsch mentch kunderiano como ideal de la levedad y contingencia del individuo y (más aún) de su contexto y condición, consiste en negar toda utilidad o consistencia al concepto de progreso y de ética, invitando al / la respetable a un ombliguista campi qui pugui donde todo vale en pos de la inconsistencia pseudoestética.

    Esto, por resumir un poco y a grandes rasgos, la magnitud de su error. Pues si bien es cierto que Ud. cita algunos aspectos de la modernidad como la autoatribución de divinidad material del hombre de nietzscheiana memoria, en conjunto acaba Ud. por componer un batiburrillo entre dos conceptos tan antagónicos como irreconciliables, se insiste: modernidad y posmodernidad.

    Esperando haberle aclarado aklgunas dudas e invitado a la reflexión desde el otro lado de la dogmática zanja de los de su especie, recibe un árido saludo,

    AV.

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    1. ¿Lo que decía Dalí de que, más o menos, no has de empeñarte en ser moderno porque lo eres sin remedio también es referido al posmodernismo? ¿O es derivado de su individualismo ególatra recalcitrante sibarítico divertidísimo? O el rollo este de Godard de [http://25.media.tumblr.com/tumblr_m0mqo26u3Q1rnk8yfo1_500.jpg]que, en cierto sentido, compartía con el citado Tío Gilito del surrealismo que, si bien acabó siendo, junto con Duchamp&Co. uno de los padres del posmodernimo más kitsch, cuando escribió esa frase que digo no se comunicaba gracias mediante un crustáceo. Es verdad que era un jodido partícipe y continuador a su manera del esteticismo-cristiano del primer dandysmo francés, no un auténtico reaccionario que cada tres palabras gruñe "demonio" como Gómez Dávila, pero no todo lo moderno (no modernista) es darwiniano y no tiene por qué ceñirse a la ética pre-cristiana ni tampoco hacer fanzines sobre el Beato de Liébana. Ni mucho menos.

      Saludos desde Villabrazo.

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